El Cannabis: Conspiración política


Pensemos que los estados unidos se convirtieron en los principales productores de cannabis, con plantaciones que se extendían en todo el área que abarca la vista.


Thomas Jefferson y George Washington, dedicaban parte de sus fincas al cultivo del cannabis. Se trataba de un cultivo rentable y productivo, que en absoluto estaba mal visto en aquellos días (nos remontamos ya, a la decada de los 30). Hay que especificar que en aquella época, fumarla era uno de los usos menos extendidos para esta hierba. Su principal uso era la medicina,  tratamientos de afecciones bronquiales, migrañas, etc.. así que durante muchos años, el cannabis, compartía cartel con otras sustancias como la morfína y la cocaína, formando parte de la farmacopea occidental. Asi mismo, la marihuana, era una fuente de materia prima para la industria textil; miles de banderas americanas, fueron hechas con tejido de cáñamo, los primeros pantalones Levi´s también fueron confeccionados con este tejido, más duro y resistente que el de los actuales vaqueros de algodón. Siendo un tanto frívola, aquellos pantalones, podían ser fumados; también las cuerdas de cáñamo, fueron empleadas en trabajos de cestería e incluso generó un papel libre de ácidos, y por tanto más ecológico. Con él, se acabaría la deforestación y lluvia ácida (que genera la industria papelera, actualmente contaminante a gran escala). Hubo un tiempo en que fue así y el 90% del papel mundial, estaba fabricado de este material.

Entonces, ¿Qué ocurrió para que esta planta, tan inseparable del hombre contemporáneo, desapareciese de la faz de la tierra?

Para hallar la respuesta, nos remontamos a los años 30 (como bien he dicho al comienzo del texto), y a William Randolph Hearst, el hombre más rico del mundo. Este hombre debía la totalidad de su fortuna a la industria papelera, también era propietario de una importante cadena de periódicos. Para alimentarlo se hizo con el mayor dispositivo de producción papelera de todo el país. La razón de que la industria pasase del papel de cáñamo al de madera era económica en su totalidad; cuestión de costes de producción: el cultivo del cannabis requiere mucha mano de obra para su labranza.La madera, en cambio, simplemente hay que ir al bosque y cortarla... tan sólo requiere la mano de obra en el momento de abatirlos, bajando los costes de producción. Esta circunstancia hizo que el cannabis pasase al olvido en esta industria. Eso sí, el procesado de pasta de papel era una técnica industrial, perjudicial para el medio ambiente por sus procedimientos químicos agresivos. Pero, el empleo de madera en la industria papelera, es una contrariedad económica aceptable para llegar al máximo beneficio. Pero en la década de los años 30 (época de los grandes inventos), se inventó un descortezador mecánico, diseñado para eliminar la mano de obra humana en una de las operaciones más duras de este cultivo, el descortezador. Se abría la posibilidad de obtener un papel muchísimo más económico y sencillo que el de madera. Suponía un gran beneficio para los agricultores, pero no para William, ya que se enfrentaba a la mayor crisis de su imperio financiero.

Los precios y costes de producción disminuirían exponencialmente para los agricultores dedicados al cultivo y venta del cannabis con fines industriales.

William Randolph Hearst, acabaría indudablemente en la ruina... siendo una de las tantas víctimas del desarrollo tecnológico de la época. A pesar de esta lamentable situacion, Hearst no se resignó; la base de su poder económico era el papel, pero la base de su poder político, era la prensa. Decidió por tanto poner una de sus dos grandes armas al servicio de la defensa de la otra. De ese modo, el San Francisco Examiner (SFM), insignia de la cadena de periódicos Hearst, inició una ofensiva informativa con el objetivo de satanizar la marihuana, convirtiéndola a ojos de la opinión pública en una droga socialmente devastadora. Mientras hubiese una difusión pública y con ello una manipulación de los medios de comunicación, la batalla de William no estaba perdida. Claro está que en los periódicos, no se recogían los estudios que realizados a favor de la marihuana como inofensiva y beneficiosa para la sociedad y su desarrollo. Así el diablo del cannabis, creció por su propaganda, pero la opinión pública no bastaba, tan sólo era un apoyo.

Entonces, se alió con la empresa petroquímica Dupont; esta empresa era muy importante para acabar con este asunto, dado que desarrolló dos fibras nylon y rayon, las cuales competían con la fibra y el cáñamo. Sus pérdidas, en caso de que volviese a popularizarse el cáñamo, serían astronómicas. Finalmente, fue decisiva la alianza con un comisionado del departamento de narcóticos: Harry Anslinger, quien proporcionó a ciertas agencias gubernamentales narcóticos para llevar a cabo inconfesables experimentos en otros asuntos turbios (entiéndase, contrabando estatal). Este eje de alianzas, alcanzó su éxito en el congreso, donde propugnaron diversos artículos del periódico, textos sensacionalistas, pero llenos de carisma.

Así comenzó la historia del tráfico ilegal del cannabis, un contrabando que a los contribuyentes nos sale caro, mientras enriquecemos a las mafias que lo venden a precios desorbitados con la escusa de la clandestinidad en todo su proceso (plantación, elaboración, mezclado con mierda...).

La paranoia ha llegado a tal extremo, que las plantaciones de Estados Unidos, son rociadas de veneno con Paracuat, pudiendo dejar intoxicados seres humanos. Otro interés económico en contra de su legalización, es la existencia de una empresa farmacéutica, "Eli Lilly", de la cual fue director George Bush entre 1977 y 1979, teniendo un importante negocio por las patentes de la reproducción sintética de los principios activos del cannabis, fundamental para muchas medicinas, entre ellas, el consumo de Darvon. Si el cannabis fuese legalizado, esta empresa pencaría, indudablemente con enormes pérdidas, cuyos contactos con las altas esferas americanas, son muy poderosos. De aquí la explicación de que otras drogas como el alcohol y el tabaco, a pesar de ser más perjudiciales para el hombre, están legalizadas. El alcohol y el tabaco, no sirven para fabricar una firma textil o medicamentos baratos, sino tan solo para ser consumidos. De este modo, no le interesa a las grandes corporaciones, por su inutilidad a la hora de obtener el máximo beneficio o ánimo de lucro del empresario en cuanto a varias ramas (industria, medicina...).

Comentarios

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